Más de una vez debes haber escuchado o leído sobre la importancia de la meditación. Y seguramente imaginas que sólo el Dalai Lama puede y debe hacerlo, que eso no es para ti. Pero estamos aquí para decirte que no sólo es una recomendación, sino que DEBERÍAS hacerlo.
Es una práctica milenaria de la cual la gente jura y perjura sobre su impacto, y por una buena razón. La meditación no solo te ayuda a encontrar el equilibrio emocional en tu vida, a aclarar tus pensamientos y a regresarte la paz. En realidad, meditar cambia tu cerebro.
Posiblemente estés escéptico a esto, pero Rebecca Gladding es una doctora y psiquiatra en UCLA que estudia la ansiedad, depresión y mindfulness y ha dedicado mucho de su trabajo e investigación a demostrar que 15 a 30 minutos de meditación pueden moldear tu cerebro.
Antes de un hábito regular de meditación, las personas tendemos a tener fuertes conexiones neuronales con la corteza prefrontal ventromedial, lo que Gladding llama el “Centro Yo” del cerebro. Como resultado, interpretamos las sensaciones físicas de ansiedad o miedo como un problema personal, algo directamente relacionado con nosotros. Y tenemos pensamientos repetidos sobre nuestras vidas, los errores cometidos, lo que las personas piensan de nosotros, etc.
Este “Centro Yo” no es particularmente racional. Pero con la práctica de la meditación se pueden debilitar esas conexiones neuronales, pues ese espacio de centrarse en la respiración da lugar a que el cuerpo no reaccione automáticamente a los pensamientos (con ansiedad o angustia), porque los pones en perspectiva. Ya no tomas los problemas personalmente y los abordas de manera más lógica.
Esto significa que, a través de la meditación, podemos disminuir la ansiedad, el estrés y las situaciones potencialmente peligrosas. Además, las conexiones neuronales que se hacen más fuertes a través de la meditación ayudan a promover la empatía y la compasión, especialmente para las personas que son más diferentes a nosotros.